Hay una generación de artistas de cómic que revolucionó la industria del comic-book de finales de los 80/principios de los 90 de forma poderosa. Los motivos los sabemos todos, el resultado final de todo ello, también, con cosas positivas (como el mayor reconocimiento de los artistas, pasando estos a convertirse en auténticas estrellas del medio) y cosas negativas (como el profundo abismo al que descendió el cómic de super-héroes durante la oscura década de los 90). Fueron idolatrados por los fans de la época, copiados e imitados hasta la saciedad por artistas jóvenes que empezaban por aquel entonces... y, con el tiempo, también defenestrados por muchos fans veteranos por como cambiaron el comic-book y llenaron las estanterías de las librerías especializadas con sucesiones de pin-ups, poses espectaculares y páginas repletas de fuegos de artificio pero con poca chicha y narrativa.
De entre todos ellos, hay uno que a mi siempre me ha gustado de forma especial: Todd McFarlane. Jim Lee probablemente haya sido el más superestrella y el más imitado de todos; no puedo negar que es un buen dibujante, aunque nunca haya sido santo de mi devoción. Marc Silvestri hizo un gran trabajo en Marvel, pero terminó imitando demasiado el estilo de Lee, hasta el punto de (en mi modesta opinión) perder algo de personalidad. Erik Larsen también me gusta, con ese estilo más ligero, incluso "kirbyesco", además de que siempre ha sido un artista con mucha personalidad. De Rob Liefeld mejor no comentar nada... la máxima expresión de todos los males de aquella época. Y Jim Valentino siempre me ha parecido un dibujante muy mediocre. Pero McFarlane tiene algo especial... sí, también abusaba (hablo en pasado porque hace mucho que dejó de dibujar cómics y se convirtió en empresario) de los fuegos de artificio, de las poses forzadas y de la tendencia al pin-up, pero su estilo siempre me llamaba más la atención que el de sus compañeros. Tenía algo distinto, inimitable, único, que empezó con él y murió con él cuando dejó de dibujar cómics.
Desde esta entrada quiero reivindicar esa magia especial que destilaba el arte de Todd McFarlane, ese nosequé que lo diferenciaba de todos sus compañeros de aventura. Puede que algunos lectores veteranos sigan odiando a aquella generación de artistas hot que cambiaron el tinglado, puede que sea cierto que en su empeño por cambiar los cánones forzaran excesivamente hasta repercutir demasiado en la fluidez y la narrativa de los cómics, puede que terminaran siendo demasiado "enfants terribles", pero a mi no se me caen los anillos por admitir que sigo disfrutando al contemplar el arte de McFarlane y que ¡Qué diablos! me siguen gustando sus tebeos de Spiderman. ¡Va por ti, viejo Todd!
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